En un momento de profunda celebración comunitaria, los israelitas cantan alabanzas a Dios mientras colocan la base del nuevo templo. Este evento marca un punto crucial en su historia, ya que regresan del exilio y comienzan a reconstruir su vida espiritual y comunitaria. La canción que entonan enfatiza la bondad eterna de Dios y su amor inquebrantable, que ha sido una fuente de consuelo y seguridad a lo largo de sus pruebas. Este acto de adoración no se trata solo de la construcción física de un edificio, sino de renovar su relación de pacto con Dios. El gran grito de alabanza significa la alegría y gratitud colectiva del pueblo, reconociendo el papel de Dios en su camino y la esperanza de un futuro lleno de Sus bendiciones. Esta escena captura la esencia de la adoración como una expresión comunitaria de fe, esperanza y gratitud, uniendo a la gente en su misión y devoción compartidas.
Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová; porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba a gran voz, alabando a Jehová, porque se había puesto la base de la casa de Jehová.
Esdras 3:11
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