El capítulo doce de Génesis marca un punto de inflexión en la narrativa bíblica con la llamada de Abram. Dios llama a Abram a dejar su tierra y su familia, prometiéndole que lo convertirá en una gran nación y lo bendecirá. Esta promesa es fundamental, ya que establece el inicio del pacto de Dios con Abram y su descendencia. Abram responde con fe y obediencia, dejando atrás su hogar en Ur de los Caldeos. Este capítulo introduce temas de fe, obediencia y la relación especial entre Dios y su pueblo elegido. La historia de Abram es un ejemplo de cómo Dios trabaja a través de individuos para cumplir sus propósitos divinos en la historia.
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