En esta conmovedora escena, José demuestra un profundo respeto y humildad al inclinarse ante su padre, Israel, mientras se prepara para bendecir a sus hijos, Efraín y Manasés. Este gesto de inclinación es una muestra de honor, reconociendo la autoridad de su padre y la sacralidad de la bendición que está a punto de ser otorgada. En el contexto cultural de la Biblia, las bendiciones no eran simplemente buenos deseos, sino que llevaban consigo importantes implicaciones espirituales y familiares, a menudo vistas como proféticas y vinculantes.
El acto de retirar a sus hijos de las rodillas de Israel simboliza una presentación formal, indicando que están listos para recibir la bendición. Este momento subraya la importancia de la continuidad generacional y la transmisión de la fe y las promesas dentro de la línea familiar. La humildad y reverencia de José reflejan el profundo respeto por la familia y la tradición, enfatizando el valor que se otorga a las bendiciones parentales y la creencia en su impacto duradero en la vida de los receptores.