La travesía de fe de Abraham es un poderoso ejemplo de confianza en las promesas de Dios más allá de lo que es visible. Emprendió un viaje hacia una tierra desconocida, impulsado por la esperanza de una ciudad con fundamentos eternos, diseñada y construida por el mismo Dios. Esta ciudad representa el reino celestial, un lugar de paz eterna y comunión con Dios. El versículo destaca la importancia de mirar más allá de los logros temporales y terrenales, enfocándonos en las promesas eternas que Dios nos ofrece. Nos recuerda que nuestro objetivo final no se encuentra en el mundo material, sino en la realización espiritual y la vida eterna que Dios proporciona. Al mantener nuestra mirada en esta promesa divina, se nos anima a vivir con propósito y esperanza, sabiendo que nuestra fe está anclada en algo mucho más grande que lo que podemos ver. Esta perspectiva nos ayuda a enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia y alegría, mientras confiamos en el plan perfecto de Dios para nuestras vidas y en la promesa de un futuro con Él.
Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Hebreos 11:10
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