El trigésimo séptimo capítulo de Isaías es un relato de la respuesta de Dios a la ferviente oración del rey Ezequías. Ante la amenaza de Senaquerib, Ezequías se presenta ante el Señor, clamando por ayuda y protección. Dios escucha su oración y envía un mensaje de consuelo a través de Isaías, asegurándole que la ciudad no será entregada en manos del rey asirio. La intervención divina es asombrosa, ya que una plaga destruye al ejército asirio, llevando a la derrota de Senaquerib. Este capítulo destaca la fidelidad de Dios en responder a las oraciones de Su pueblo y Su poder para salvar. La historia de la victoria sobre Senaquerib es un testimonio de que la confianza en Dios trae resultados asombrosos, recordando a los creyentes que siempre pueden acudir a Él en busca de ayuda.
Isaías capítulo 37
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