Dios nos llama desde los confines de la tierra, simbolizando que su amor y elección no tienen límites geográficos ni barreras. Nos asegura que somos sus siervos, una posición de honor y responsabilidad en su reino. Ser escogidos significa que nuestras vidas tienen un propósito divino, y que no estamos solos en nuestras jornadas. Aun cuando enfrentamos dificultades o nos sentimos perdidos, podemos confiar en que Dios no nos desecha. Esta promesa de ser valorados y sostenidos por Dios nos da fuerza para perseverar. Nos invita a reflexionar sobre cómo podemos responder a este llamado en nuestras vidas diarias, actuando con amor y fidelidad. La certeza de ser escogidos por Dios nos invita a vivir con esperanza y confianza, sabiendo que nuestras acciones importan en el gran plan divino. Al reconocer nuestra elección, somos motivados a vivir conforme a los valores del amor, la justicia y la compasión, reflejando el carácter de Dios en el mundo.
A quien tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí y no te deseché.
Isaías 41:9
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