Dios extiende una invitación abierta a toda la humanidad para que se vuelvan a Él y encuentren salvación. Esta llamada no se limita a un grupo específico de personas, sino que es universal, abarcando todas las culturas y naciones. Nos recuerda que, sin importar cuán lejos estemos o cuán perdidos nos sintamos, siempre hay un camino de regreso a Dios. Su amor y misericordia no conocen límites. En un mundo lleno de incertidumbre y dolor, esta promesa de salvación y paz es un ancla firme para nuestras almas. Al volvernos a Dios, encontramos no solo la salvación eterna, sino también una relación profunda y significativa con nuestro Creador. Esta relación nos ofrece consuelo, guía y un propósito renovado en la vida diaria. La invitación de Dios es clara: todos los confines de la tierra están llamados a experimentar Su amor redentor y transformador. Al aceptar esta invitación, nos embarcamos en un viaje de fe que nos lleva a una vida plena y abundante en Su presencia.
Vuelvan a mí y sean salvados, todos los confines de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay otro.
Isaías 45:22
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