En este versículo, Dios afirma Su papel como Creador, recordándonos que todo lo que existe es resultado de Su obra. Esto establece Su autoridad y el lugar legítimo de toda la creación bajo Su dominio. Luego, el versículo describe el tipo de personas que Dios favorece: aquellos que son humildes y tienen un espíritu contrito. La humildad se refiere a una actitud de reconocer nuestras propias limitaciones y la grandeza de Dios. Un espíritu contrito indica un sentido de arrepentimiento y una disposición a apartarse del mal. Además, aquellos que 'tiemblan ante Su palabra' son quienes tienen en alta estima las escrituras, comprendiendo el poder y la verdad que contienen. Esta reverencia no se trata de miedo, sino de un profundo respeto y asombro por las instrucciones y promesas de Dios. El versículo anima a los creyentes a cultivar estas cualidades para alinearse con la voluntad de Dios, fomentando una relación más cercana y significativa con Él. Nos recuerda que Dios valora las cualidades internas del corazón por encima de las apariencias externas o los logros.
Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
Isaías 66:2
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