Jeremías, conocido como el 'profeta llorón', se presenta como el hijo de Hilkías, un sacerdote de Anatot, un pueblo en el territorio de Benjamín. Esta introducción es crucial, ya que establece la línea de Jeremías y su conexión con la tradición sacerdotal, que a menudo implicaba roles de liderazgo y guía espiritual. Anatot era una ciudad levítica, lo que significa que estaba designada para los levitas, quienes eran la tribu sacerdotal de Israel. Este trasfondo proporciona una visión del entorno espiritual que moldeó a Jeremías.
Comprender los orígenes de Jeremías ayuda a los lectores a apreciar la profundidad de sus mensajes proféticos. Su papel como sacerdote y profeta lo situaba en el tejido religioso y social de su tiempo. Este doble papel a menudo lo colocaba en posiciones desafiantes, ya que debía transmitir mensajes de Dios que no siempre eran bien recibidos por el pueblo o los líderes de Judá. El viaje profético de Jeremías, que comienza con esta introducción, está marcado por su inquebrantable compromiso con el llamado de Dios, a pesar de las luchas personales y comunitarias que enfrentó.