El versículo de Jeremías 10:11 se destaca como un mensaje único en el libro de Jeremías, ya que está escrito en arameo, el idioma del imperio babilónico, en lugar de hebreo. Esta elección de lengua sirve como un mensaje directo a las naciones circundantes y su adoración a dioses falsos. El versículo declara que cualquier dios que no haya creado los cielos y la tierra está destinado a desaparecer. Esta es una proclamación audaz del monoteísmo, afirmando la supremacía del Dios de Israel sobre todas las demás deidades. Resalta la futilidad de la adoración a ídolos y la naturaleza efímera de los dioses fabricados por el hombre. Al contrastar al Creador eterno con ídolos temporales, el versículo llama a los creyentes a confiar en el único Dios verdadero, quien es tanto el origen como el sustentador de toda la creación. Este mensaje es atemporal, recordándonos la importancia de discernir lo que realmente merece nuestra adoración y devoción. Nos anima a enfocarnos en la naturaleza eterna e inmutable de Dios, ofreciendo una base de fe que se mantiene firme en medio de las arenas movedizas de las construcciones y creencias humanas.
Así les diréis: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perecerán de sobre la tierra y de debajo de estos cielos.
Jeremías 10:11
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