Jeremías aborda la naturaleza omnipresente de la idolatría en Judá, enfatizando cómo incluso los miembros más jóvenes de la sociedad están familiarizados con la adoración de dioses falsos. Los altares y los postes de Asera, símbolos de la adoración a ídolos, no están ocultos, sino que se encuentran prominentemente ubicados junto a árboles y en colinas, lo que indica su aceptación y normalización dentro de la comunidad. Este versículo sirve como un recordatorio contundente de cómo las prácticas culturales, especialmente aquellas que son contrarias a las enseñanzas de Dios, pueden arraigarse profundamente en la sociedad, afectando incluso a los inocentes. Desafía a los creyentes a considerar el legado que están dejando para las futuras generaciones y la importancia de cultivar una fe que sea verdadera y pura. La imagen de árboles extendidos y altas colinas sugiere que estas prácticas no solo son generalizadas, sino también profundamente arraigadas, lo que requiere un esfuerzo intencional para desarraigarlas y reemplazarlas con una adoración genuina a Dios. Este pasaje invita a reflexionar sobre la influencia de las normas culturales en la fe y la responsabilidad de guiar a los niños hacia un camino de rectitud.
Y sus hijos acordaron en sus altares, y sus imágenes de Asera, junto a los árboles verdes, sobre los altos cerros.
Jeremías 17:2
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