La lucha de Jeremías con su llamado profético se hace evidente en sus palabras. Siente el peso de la oposición y la carga de transmitir el mensaje de Dios, que a menudo le trae ridículo y sufrimiento. Sin embargo, no puede suprimir el mensaje divino dentro de él. La metáfora de un fuego en sus huesos ilustra la intensidad y urgencia de la palabra de Dios, que arde dentro de él, exigiendo ser expresada. Este fuego interno representa la naturaleza irresistible de la verdad de Dios, que no puede ser contenida ni ignorada. La experiencia de Jeremías habla del profundo impacto de la inspiración divina, donde la palabra de Dios se convierte en una parte inseparable de la identidad de uno, impulsándolos a actuar y hablar a pesar del costo personal. Este pasaje anima a los creyentes a abrazar su fe con pasión y a compartir el amor y la verdad de Dios, confiando en que el mensaje divino los sostendrá y empoderará, incluso cuando enfrenten desafíos. Nos recuerda que el llamado a compartir la palabra de Dios no es solo un deber, sino una profunda compulsión interna que refleja el poder transformador de la presencia de Dios en nuestras vidas.
Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; y fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.
Jeremías 20:9
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