En el contexto histórico de Jeremías 29:3, el profeta Jeremías envía una carta a los exiliados judíos en Babilonia. Este versículo menciona específicamente a los responsables de entregar la carta: Elasá, hijo de Safán, y Gemarías, hijo de Hilcías. Estos hombres fueron enviados por el rey Sedequías de Judá al rey Nabucodonosor de Babilonia, lo que indica una misión diplomática. La carta en sí, que se detalla en los versículos siguientes, contiene el mensaje de Dios para los exiliados, instándolos a establecerse en Babilonia, buscar su paz y confiar en los planes futuros que Dios tiene para ellos.
Este versículo subraya la importancia de los mensajeros de confianza en la transmisión de los mensajes divinos. Refleja el tema más amplio de la fidelidad de Dios y la certeza de que, incluso en el exilio, Dios no ha abandonado a su pueblo. La carta es un recordatorio de que los planes de Dios abarcan esperanza y restauración, alentando a los exiliados a permanecer fieles y pacientes. Este contexto proporciona un trasfondo para entender la famosa promesa de esperanza en Jeremías 29:11, reforzando la idea de que Dios está presente y activo incluso en tiempos desafiantes.