En un tiempo de agitación política, Ismael, junto con diez hombres, asesina a Gedalías, quien había sido nombrado gobernador de Judá por el rey babilónico. Este evento ocurrió después de la conquista babilónica, durante un período en el que Judá estaba bajo dominio extranjero. El asesinato de Gedalías fue un golpe significativo a la frágil estabilidad en la región. Refleja las profundas divisiones y el descontento entre el pueblo de Judá, que luchaba por adaptarse a la vida bajo el control babilónico. La muerte de Gedalías no solo interrumpió el gobierno, sino que también llevó a un mayor caos y miedo entre los habitantes restantes de Judá. Este incidente subraya el poder destructivo de la traición y la importancia de la unidad y el liderazgo sabio, especialmente en tiempos de crisis. También sirve como una lección histórica sobre el impacto de la violencia política y la necesidad de reconciliación y paz en el período posterior a un conflicto.
El asesinato condujo a más violencia y desplazamiento, ya que aquellos leales a Gedalías temían represalias y huyeron a Egipto. Este evento es un recordatorio conmovedor del costo humano de la inestabilidad política y la necesidad perdurable de justicia y paz.