En este pasaje, Dios se dirige a Job, enfatizando Su sabiduría y poder incomparables. Al mencionar al ibis y al gallo, Dios ilustra que incluso la sabiduría y el entendimiento que se encuentran en los animales provienen de Él. Esto sirve para recordarle a Job—y a nosotros—la vastedad del conocimiento de Dios, que se extiende más allá de la comprensión humana y abarca toda la creación. El ibis, conocido por sus patrones migratorios, y el gallo, con su canto instintivo, exhiben comportamientos que reflejan la sabiduría divina. Este pasaje fomenta la humildad, recordándonos que nuestro entendimiento es limitado en comparación con el de Dios. También nos invita a maravillarnos ante el mundo natural, reconociendo la inteligencia divina que lo orquesta. Tales reflexiones pueden llevar a una apreciación más profunda del cuidado de Dios y del intrincado equilibrio que mantiene en la creación, fomentando la confianza en Sus planes soberanos.
¿Quién puso en la mente del hombre la sabiduría? ¿O quién dio al entendimiento la inteligencia?
Job 38:36
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