El encuentro de María con Jesús tras la muerte de su hermano Lázaro es un momento conmovedor que revela tanto su tristeza como su fe. Su reacción inmediata de caer a los pies de Jesús significa un profundo respeto y reconocimiento de Su autoridad. Al decir: "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto", María expresa una creencia profunda en la capacidad de Jesús para sanar y prevenir la muerte. Esta declaración no es solo un lamento, sino también un testimonio de su fe en el poder divino de Jesús.
Esta escena está cargada de emoción, ilustrando la experiencia humana del duelo y la esperanza de intervención divina. Las palabras de María reflejan un sentimiento humano común durante la pérdida: preguntarse qué podría haber sido si las circunstancias hubieran sido diferentes. Sin embargo, su fe se mantiene intacta, mostrando que incluso en momentos de desesperación, los creyentes pueden aferrarse a la esperanza. Este pasaje anima a los cristianos a acercarse a Jesús con sus preocupaciones más profundas y confiar en Su compasión y comprensión. Nos asegura que Jesús está presente en nuestro sufrimiento y tiene el poder de traer consuelo y esperanza.