En un momento de profunda significación, Jesús llama a Lázaro de la tumba, mostrando su poder y autoridad divina sobre la muerte. Este acto no es solo un milagro, sino una revelación de la identidad de Jesús como Hijo de Dios, capaz de restaurar la vida. Resalta la profundidad de su compasión y su conexión con la humanidad, ya que llora con los que están de luto antes de realizar este milagro. La resurrección de Lázaro es un precursor de la propia resurrección de Jesús, simbolizando la esperanza y la promesa de vida eterna para todos los que creen en Él. Este evento también sirve como un momento clave en el ministerio de Jesús, fortaleciendo la fe de sus seguidores y desafiando el escepticismo de los observadores. Al llamar a Lázaro, Jesús demuestra que Él es la fuente de la vida, y sus palabras traen transformación y renovación. Este milagro asegura a los creyentes el poder de la fe y la realidad de la resurrección, animándolos a confiar en las promesas de Jesús y su capacidad para traer vida de la muerte.
Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
Juan 11:43
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