Durante la Última Cena, Jesús había revelado que uno de los discípulos lo traicionaría, lo que causó confusión y preocupación entre ellos. Simón Pedro, conocido por su naturaleza impulsiva, le hace señas al discípulo amado por Jesús, tradicionalmente entendido como Juan, para que le pregunte a Jesús quién podría ser el traidor. Esta interacción subraya la relación cercana entre los discípulos y su dependencia mutua para obtener una comprensión más profunda de las palabras de Jesús.
La acción de Pedro también refleja una respuesta humana natural ante la incertidumbre y el miedo: buscar más información para entender una situación inquietante. Los discípulos estaban lidiando con la impactante idea de que uno de los suyos podría traicionar a Jesús, a quien amaban y seguían profundamente. Este momento captura la tensión y vulnerabilidad en la sala, así como el sincero deseo de los discípulos de permanecer fieles a Jesús y entender su misión. Sirve como un recordatorio de la importancia de la comunidad y la comunicación al navegar tiempos difíciles.