Jesús habla de una relación profunda entre Él y Dios el Padre, enfatizando un ciclo de glorificación. Cuando Jesús se refiere a que Dios es glorificado en Él, apunta a su ministerio terrenal, que culmina en su muerte sacrificial y resurrección. Estos actos revelan el amor y la justicia de Dios, trayendo gloria a Dios. En respuesta, Dios glorifica a Jesús, afirmando su identidad divina y su misión. Esta glorificación no se retrasa; es inmediata, subrayando la urgencia e importancia de la misión de Jesús. Este versículo refleja el plan divino donde las acciones de Jesús en la tierra revelan el carácter y el propósito de Dios, y Dios, a su vez, honra a Jesús. Esta glorificación mutua asegura a los creyentes la naturaleza divina de Jesús y el cumplimiento del plan redentor de Dios. Invita a los cristianos a reflexionar sobre la unidad y el propósito dentro de la Trinidad y la certeza de que la obra de Jesús en la tierra fue parte de un plan divino y glorioso para la salvación de la humanidad.
Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y enseguida le glorificará.
Juan 13:32
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