En este intercambio, Pilato cuestiona a Jesús sobre su realeza, un tema central en el juicio. Jesús confirma su realeza, pero aclara que su reino no es de este mundo. Su misión es testificar sobre la verdad, que trasciende el poder y la política terrenal. Esta verdad implica la realidad del amor de Dios, la justicia y el orden moral del universo. El reino de Jesús es espiritual, invitando a las personas a vivir en alineación con la voluntad de Dios. Aquellos que buscan la verdad genuina son naturalmente atraídos hacia Jesús y su mensaje. Este diálogo resalta el contraste entre la autoridad terrenal y la divina, y desafía a los oyentes a considerar dónde radican sus propias lealtades. La declaración de Jesús es una invitación a abrazar una vida guiada por la verdad divina, que ofrece libertad y propósito más allá de las preocupaciones mundanas. Anima a los creyentes a reflexionar sobre su compromiso de vivir según los principios del reino de Dios, caracterizados por el amor, la justicia y la verdad.
Respondió Jesús: Tú dices que soy rey; yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.
Juan 18:37
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