A medida que amanece, Jesús se encuentra en la orilla, una figura familiar pero no reconocida por los discípulos. Esta escena está llena de simbolismo y significado. La mañana representa un nuevo comienzo, un nuevo inicio tras la oscuridad de la noche. La presencia de Jesús en la orilla simboliza estabilidad y guía, ofreciendo un refugio seguro después de la larga noche de los discípulos en el mar. El hecho de que los discípulos no reconozcan a Jesús de inmediato sugiere que la presencia divina puede ser sutil e inesperada. Invita a los creyentes a cultivar una conciencia y apertura hacia la presencia de Dios en sus vidas, incluso cuando no es inmediatamente obvia. Este momento también anticipa las revelaciones y enseñanzas más profundas que Jesús compartirá con sus discípulos, enfatizando la importancia de la preparación y percepción espiritual. Sirve como un recordatorio de que Jesús siempre está cerca, listo para guiar y apoyar, incluso cuando no podemos ver o entender su presencia de inmediato.
Mas al amanecer, Jesús estuvo en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús.
Juan 21:4
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