En este versículo, se establece claramente la distinción entre Jesús y la humanidad. Jesús es descrito como el que viene de arriba, lo que significa su origen y autoridad divina. Esto se contrasta con aquellos que son de la tierra, quienes naturalmente hablan y actúan desde una perspectiva terrenal. El versículo enfatiza que Jesús, al ser del cielo, ocupa una posición de autoridad sobre todos. Sus enseñanzas e ideas no están confinadas por limitaciones terrenales, sino que están informadas por su naturaleza y comprensión divina. Esto sirve como un recordatorio del papel único y autoritativo que Jesús desempeña en la vida espiritual de los creyentes. Su perspectiva celestial proporciona una guía que trasciende la sabiduría humana, ofreciendo un camino hacia la comprensión y la verdad que está arraigado en la percepción divina. Para los cristianos, este versículo refuerza la importancia de confiar en las enseñanzas de Jesús, ya que provienen de una fuente que está por encima de todo conocimiento y entendimiento terrenal. Invita a los creyentes a buscar una conexión más profunda con lo divino a través de Jesús, quien actúa como puente entre el cielo y la tierra.
El que de arriba viene es sobre todos; el que es de la tierra, terrenal es, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo es sobre todos.
Juan 3:31
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