En esta declaración, Jesús enfatiza la inmediatez y certeza de Su promesa. Habla de un tiempo que es tanto futuro como presente, indicando la naturaleza continua y en desarrollo de Su obra. Los 'muertos' aquí pueden entenderse tanto literal como metafóricamente. Espiritualmente, se refiere a aquellos que están separados de Dios, viviendo en pecado y en necesidad de redención. Jesús asegura que Su voz, Sus enseñanzas y Su llamado tienen el poder de despertar y transformar a aquellos que están espiritualmente muertos, ofreciéndoles nueva vida.
Este versículo resalta la autoridad divina de Jesús como el Hijo de Dios, quien tiene el poder de otorgar vida. Es un mensaje de esperanza, enfatizando que a través de la fe en Cristo, los creyentes pueden experimentar una resurrección espiritual. La promesa de vida no es solo para la resurrección futura al final de los tiempos, sino que está disponible ahora para aquellos que oyen y responden a Su voz. Esta garantía de renovación espiritual y vida eterna es central en la fe cristiana, animando a los creyentes a confiar en Jesús y en Su poder que da vida.