En esta parte del Evangelio, Jesús habla a aquellos que han visto sus obras y escuchado sus enseñanzas, pero que aún permanecen escépticos o incrédulos. Esto resalta una lucha humana común: la dificultad de la fe incluso en presencia de evidencia. Los milagros y enseñanzas de Jesús estaban destinados a revelar su naturaleza divina y su misión, pero la creencia no se trata solo de presenciar señales, sino que implica una confianza y aceptación más profundas. Este pasaje invita a los lectores a considerar la naturaleza de su propia fe. Desafía a las personas a mirar más allá de la evidencia física y a abrazar una comprensión espiritual y una relación con Jesús. La fe, tal como se presenta aquí, no se basa únicamente en lo que se ve, sino que implica un compromiso de confiar en las palabras y promesas de Jesús. El versículo sirve como un recordatorio de que la fe es un viaje personal, que requiere apertura y disposición para creer incluso cuando la certeza parece esquiva. Anima a los creyentes a superar la duda y a abrazar el poder transformador de la fe en sus vidas.
Pero yo os dije que vosotros me habéis visto, y no creéis.
Juan 6:36
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