En el contexto del asentamiento de los israelitas en la Tierra Prometida, este versículo destaca lugares específicos que formaban parte de la herencia de la tribu de Rubén. Cada localidad mencionada—Kiriataim, Sibmá y Zereth Shahar—tenía su propia relevancia en la historia y cultura de Israel. Estas ciudades estaban situadas en la región al este del río Jordán, un área conocida por su tierra fértil y su importancia estratégica. La asignación de tierras a las tribus fue un cumplimiento del pacto de Dios con Abraham, donde Él prometió dar a sus descendientes una tierra propia. Esta distribución no solo se trataba de territorio físico; era sobre establecer una comunidad donde los israelitas pudieran vivir de acuerdo con las leyes y propósitos de Dios. La mención de estas localidades sirve como un recordatorio de la fidelidad de Dios y la importancia del papel de cada tribu en la historia más amplia de Israel. También refleja la planificación detallada y el cuidado que se puso en el establecimiento de la nación, asegurando que cada tribu tuviera un lugar al que llamar hogar y contribuir a la comunidad.
Y la ciudad de la mitad de la tribu de Manasés, la cual es la ciudad de la mitad de la tribu de Manasés, que está en la parte de la montaña, y toda su región, y toda la ciudad de la mitad de la tribu de Manasés, que está en la parte de la montaña, y toda su región, y toda la ciudad de la mitad de la tribu de Manasés, que está en la parte de la montaña, y toda su región, y toda la ciudad de la mitad de la tribu de Manasés, que está en la parte de la montaña, y toda su región.
Josué 13:19
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