Moisés, como líder elegido por Dios, desempeñó un papel crucial en guiar a los israelitas fuera de Egipto y hacia la Tierra Prometida. Antes de su muerte, tomó medidas para asegurar el futuro de las tribus israelitas al asignarles tierras en el lado este del río Jordán. Esta asignación se realizó en las llanuras de Moab, una región que sirvió como asentamiento temporal para los israelitas mientras se preparaban para entrar en Canaán. La distribución de tierras fue un cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham, Isaac y Jacob, estableciendo una herencia tangible para las tribus. Este acto de Moisés no solo proporcionó una patria física, sino que también reforzó la unidad y la identidad de la comunidad israelita. Fue un testimonio de la fidelidad de Dios y de la importancia del liderazgo en la realización de las promesas divinas. La ubicación, al este de Jericó, fue estratégica, ya que posicionó a los israelitas para la siguiente fase de su viaje hacia el corazón de la Tierra Prometida, bajo el liderazgo de Josué. Este pasaje subraya los temas de preparación, fidelidad y la continuidad del pacto de Dios con su pueblo.
Esta es la herencia de los hijos de Gad, conforme a sus familias, las ciudades y sus aldeas.
Josué 13:32
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