En el contexto de la entrada de los israelitas en la Tierra Prometida, este versículo forma parte de un relato detallado sobre los territorios asignados a la tribu de Judá. La mención de ciudades como Jebus, Gedor y Marat simboliza la meticulosa división de la tierra entre las tribus de Israel, cada una recibiendo su herencia tal como Dios lo prometió. Esta asignación no solo se trataba de la distribución de tierras, sino también de establecer un sentido de identidad y comunidad para el pueblo de Israel. Resalta el cumplimiento del pacto de Dios con Abraham, asegurando que sus descendientes tendrían una tierra propia. La mención de estas ciudades sirve como un recordatorio de la fidelidad de Dios y de la importancia del papel de cada tribu en la narrativa más amplia de la historia de Israel. También refleja la estructura organizativa y la relevancia de la tierra en el contexto del antiguo Cercano Oriente, donde la propiedad de la tierra estaba estrechamente vinculada a la supervivencia, la prosperidad y la identidad. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en las promesas de Dios y en su provisión, sabiendo que Él es fiel para cumplir su palabra.
Y Jebus, que es Jerusalén, y Gedor, y Marat.
Josué 15:56
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