Josué se dirige a las tribus de Efraín y Manasés, reconociendo su gran número y fuerza significativa. Les asegura que no están limitados a una sola porción de tierra, lo que implica que su potencial y capacidades les permiten una mayor expansión. Este aliento es un recordatorio de la importancia de reconocer y utilizar los dones y fortalezas que Dios nos ha otorgado. Subraya la idea de que Dios provee para Su pueblo, a menudo más allá de lo que inicialmente perciben.
El contexto de este versículo es significativo, ya que se presenta durante la asignación de la Tierra Prometida entre las tribus de Israel. Las palabras de Josué no solo se refieren a la tierra física, sino también al crecimiento espiritual y comunitario que proviene de confiar en las promesas de Dios. Este versículo invita a los creyentes a reflexionar sobre sus propias vidas, a ver dónde podrían estar limitándose y a confiar en el plan de Dios para su crecimiento y expansión. Es un llamado a la acción para salir en fe, sabiendo que Dios nos equipa para las tareas que tenemos por delante.