Las hijas de Zelofejad, que no tenían hermanos, se acercaron al sacerdote Eleazar, a Josué y a los líderes para reclamar su herencia. Les recordaron el mandato del Señor a Moisés, que les otorgaba una porción de tierra entre los parientes de su padre. Esta solicitud se basaba en una decisión previa de Dios, asegurando que las hijas no quedaran sin herencia simplemente por ser mujeres. Los líderes, incluido Josué, honraron este mandato, demostrando su compromiso de mantener la justicia y equidad de Dios.
Este evento es significativo, ya que subraya la importancia de seguir las instrucciones de Dios y garantizar un trato equitativo para todos los miembros de la comunidad. También resalta el valor y la fe de las hijas, quienes confiaron en la promesa de Dios y tomaron acción para asegurar su futuro. Su historia es un poderoso ejemplo de cómo las leyes de Dios estaban diseñadas para proteger y proveer para todos, sin importar el género. Este pasaje anima a los creyentes a buscar la justicia y la equidad, confiando en la sabiduría y provisión de Dios.