Durante la división de la Tierra Prometida, la tribu de Neftalí recibió una porción que incluía varias ciudades fortificadas. Estas ciudades, como Ziddim, Zer, Hammath, Rakkath y Kinnereth, eran estratégicamente importantes para la defensa y la administración. Las ciudades fortificadas eran esenciales en tiempos antiguos para la protección contra invasores y para establecer una comunidad estable.
La asignación de estas ciudades a Neftalí demuestra la planificación cuidadosa involucrada en la distribución de la tierra entre las tribus de Israel. Cada tribu recibió lo necesario para su sustento y seguridad. Esta distribución no solo era una cuestión de dividir la tierra, sino también de asegurar que cada tribu pudiera prosperar y cumplir su papel dentro de la comunidad más grande de Israel.
Este pasaje refleja la provisión y el cuidado de Dios por su pueblo, asegurando que tuvieran lugares seguros para vivir. También destaca la importancia de la comunidad, la cooperación y la responsabilidad compartida en el mantenimiento y protección de su herencia. Las ciudades fortificadas simbolizan fuerza y estabilidad, vitales para que cualquier comunidad florezca.