La asignación de ciudades a los levitas es un aspecto significativo del asentamiento de los israelitas en la Tierra Prometida. Los levitas fueron apartados para deberes religiosos y no recibieron un gran territorio contiguo como las otras tribus. En su lugar, se les otorgaron ciudades específicas dentro de los territorios de las otras tribus, como Eltekeh y Gibbethon de la tribu de Dan. Esta distribución garantizó que los levitas estuvieran presentes en toda la tierra, proporcionando orientación espiritual y manteniendo las prácticas de adoración de Israel. Resalta la importancia de integrar el liderazgo espiritual en la vida diaria del pueblo, asegurando que las prácticas y enseñanzas religiosas fueran accesibles para todos. Este arreglo también fomentó un sentido de unidad y responsabilidad compartida entre las tribus, ya que apoyaban a los levitas en sus deberes sagrados. La presencia de los levitas en diversas regiones simbolizaba la centralidad de la fe y la adoración en la vida de la comunidad, recordándoles su relación de pacto con Dios.
Y de la tribu de José, de la tribu de Manasés, diez ciudades.
Josué 21:23
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