En la distribución de la Tierra Prometida, los levitas, que estaban apartados para el servicio religioso, no recibieron un gran territorio contiguo como las otras tribus. En cambio, se les asignaron ciudades específicas dispersas por toda la tierra. A los descendientes de Merari, una de las tres principales familias levíticas, se les asignaron doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón. Este arreglo garantizó que los levitas pudieran llevar a cabo sus deberes religiosos y estar presentes entre todas las tribus, facilitando la adoración y manteniendo la vida espiritual de la nación. La distribución de estas ciudades refleja la responsabilidad comunal de los israelitas de apoyar a los levitas, quienes desempeñaban un papel crucial en sus prácticas espirituales y religiosas. Al integrar a los levitas en diversas regiones, los israelitas demostraron un compromiso con la unidad y la responsabilidad compartida en el cumplimiento de su pacto con Dios. Esta asignación también subraya la importancia del trabajo de los levitas en guiar al pueblo en la adoración y mantener las tradiciones religiosas que eran centrales para su identidad.
Las ciudades que los hijos de Gersón tuvieron, fueron las siguientes: de la tribu de Manasés, la ciudad de Golan en Basán, y la ciudad de Bileam, que son dos ciudades.
Josué 21:7
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