Fines, hijo de Eleazar, y otros líderes de Israel viajaron para reunirse con las tribus de Rubén y Gad en Galaad. Estas tribus habían construido un altar que, al principio, fue percibido como un acto de rebelión contra Dios, lo que generó preocupación entre los demás israelitas. El viaje de los líderes tenía como objetivo aclarar las intenciones detrás de la construcción del altar. Al enterarse de que el altar era un testimonio de su fe compartida y no para sacrificios, Fines y los líderes se sintieron aliviados. Su regreso a Canaán marcó la resolución de un malentendido que podría haber sido divisivo.
Este evento enfatiza la importancia del diálogo y la búsqueda de entendimiento para resolver conflictos. Muestra cómo las suposiciones pueden llevar a la discordia, pero la comunicación abierta puede restaurar la paz. La disposición de los líderes para investigar y escuchar evitó una guerra civil y reforzó la unidad de las tribus israelitas. Esta historia sirve como un recordatorio del poder de la reconciliación y del papel de los líderes en fomentar la paz y la unidad dentro de una comunidad.