Jericó era una ciudad fortificada, y sus puertas estaban cerradas porque los habitantes temían a los israelitas. Estos últimos estaban en una misión para tomar posesión de la tierra que Dios les había prometido, y los de Jericó eran conscientes de su acercamiento. Este miedo llevó a los jericoítas a cerrar completamente la ciudad, esperando protegerse de la amenaza inminente. El versículo establece el escenario para los dramáticos eventos que seguirían, donde la intervención de Dios llevaría a la caída de los muros de Jericó. Este momento es significativo ya que muestra el poder de Dios y el cumplimiento de sus promesas a los israelitas. También refleja el tema más amplio de la fe y la confianza en el plan de Dios, ya que los israelitas fueron llamados a actuar en obediencia y fe, incluso cuando la situación parecía abrumadora. La historia de Jericó es un recordatorio de la importancia de confiar en la guía divina y la certeza de que Dios está con su pueblo, incluso en circunstancias que parecen imposibles.
Ahora Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a los hijos de Israel; nadie entraba ni salía.
Josué 6:1
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