La narrativa se desarrolla con los sirvientes del rey Eglón esperando fuera de su cámara privada, sintiéndose cada vez más avergonzados por el prolongado silencio. Su vacilación refleja una mezcla de respeto por la privacidad de su rey y la incertidumbre ante la inusual demora. Finalmente, su preocupación supera su vergüenza, lo que les lleva a desbloquear las puertas. Al entrar, encuentran a su rey muerto, víctima del astuto plan de Ehud. Ehud, un juez israelita, había sido enviado por Dios para liberar a Israel de la opresión moabita. Este evento es un momento crucial en la historia de la liberación de Israel, mostrando cómo Dios puede usar individuos y métodos inesperados para cumplir Sus propósitos.
El exitoso asesinato de Eglón por parte de Ehud es un testimonio de su valentía y de la providencia de Dios. Sirve como un recordatorio de que Dios está en control y puede traer justicia de maneras sorprendentes. La historia anima a los creyentes a confiar en el tiempo de Dios y en Su capacidad para obrar a través de circunstancias improbables para cumplir Sus promesas. También destaca el tema de la liberación, ya que Israel es liberado del dominio moabita, ilustrando el compromiso continuo de Dios con la libertad y el bienestar de Su pueblo.