Aarón, como sumo sacerdote, recibe la responsabilidad de ofrecer un becerro como ofrenda por el pecado. Esta ofrenda es crucial porque sirve para expiar sus propios pecados y los de su hogar, preparándolo para desempeñar sus sagrados deberes en el Día de la Expiación. El acto de expiación es fundamental para mantener una relación pura y santa con Dios. Significa la necesidad de limpieza y perdón, incluso para aquellos en posiciones de liderazgo espiritual. Al hacer expiación por sí mismo primero, Aarón se asegura de estar espiritualmente preparado para interceder en nombre del pueblo. Esta práctica enfatiza el principio de que los líderes deben ser espiritualmente responsables y puros antes de poder guiar a otros de manera efectiva. También refleja el tema bíblico más amplio de la arrepentimiento y la reconciliación con Dios, recordando a los creyentes la importancia de buscar el perdón y mantener un corazón humilde ante Dios.
Y Aarón ofrecerá su becerro como pecado, que es por sí mismo, y hará la expiación por sí y por su casa.
Levítico 16:6
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