Dios muestra su amor y cuidado por todas sus criaturas, incluso por los cuervos que no siembran ni cosechan. Si Dios se preocupa por algo tan pequeño como un cuervo, ¿cuánto más se preocupará por nosotros, que somos hechos a su imagen y semejanza? Esto nos invita a confiar en la providencia divina y a no dejarnos consumir por la ansiedad y las preocupaciones del día a día. En lugar de preocuparnos por el futuro, podemos descansar en la certeza de que Dios conoce nuestras necesidades y proveerá para ellas. Esta confianza nos libera para vivir con paz y alegría, sabiendo que estamos en las manos de un Dios amoroso y fiel. Nos anima a centrarnos en lo que realmente importa: vivir una vida de fe, amor y servicio a los demás, confiando en que Dios cuidará de nosotros en cada paso del camino.
Consideren los cuervos: no siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!
Lucas 12:24
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