Jesús está hablando con las autoridades religiosas que lo cuestionan, poniendo de manifiesto su falta de disposición para participar en un diálogo genuino. No están abiertos a sus enseñanzas o afirmaciones, y sus corazones están endurecidos contra Él. Esta interacción subraya un tema recurrente en los Evangelios: la resistencia de los líderes religiosos al mensaje de Jesús y su negativa a reconocer su autoridad. Al afirmar que no responderían si Él les preguntara, Jesús señala su cerrada mentalidad y falta de sinceridad en la búsqueda de la verdad.
Este pasaje invita a reflexionar sobre la importancia de la apertura y la sinceridad en nuestro camino espiritual. Nos desafía a considerar cómo respondemos a la verdad y si realmente estamos dispuestos a escuchar y entender mensajes que pueden desafiar nuestras creencias existentes. El versículo nos recuerda que debemos acercarnos a nuestra fe con humildad y disposición para escuchar, asegurándonos de no convertirnos en aquellos que son incapaces de ver la verdad debido a sus propios prejuicios y preconcepciones.