En este momento, Jesús se encuentra en Nazaret, su ciudad natal, donde acaba de leer del rollo de Isaías en la sinagoga, proclamando el cumplimiento de la escritura. La gente, inicialmente asombrada, se enfurece cuando Él habla de las bendiciones de Dios que se extienden más allá de Israel. Lo echan de la ciudad, con la intención de arrojarlo por un acantilado. Sin embargo, Jesús, en una demostración de autoridad divina y calma, camina entre la multitud sin ser dañado. Este evento subraya la naturaleza divina de Jesús y su dominio sobre las circunstancias. También ilustra el tema del rechazo que Jesús enfrentaría a lo largo de su ministerio, pero nunca lo disuade de su propósito. Para los creyentes, este pasaje nos asegura la soberanía y protección de Dios. Incluso cuando enfrentamos hostilidad o peligro, podemos confiar en que Dios tiene un plan y nos guiará de manera segura. Nos anima a mantenernos firmes en nuestra fe y misión, sabiendo que la presencia de Dios es una fuente constante de fortaleza y paz.
Pero él, pasando por en medio de ellos, se fue.
Lucas 4:30
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