Durante el tiempo que Jesús pasó en el desierto, enfrentó una serie de tentaciones del diablo. Esta tentación en particular implica la oferta de todos los reinos del mundo a cambio de adorar al diablo. La oferta es una prueba de la lealtad de Jesús y de su comprensión del verdadero poder y autoridad. Al rechazar esta tentación, Jesús demuestra su compromiso inquebrantable con Dios y su misión. Este momento subraya la importancia de adorar solo a Dios y rechazar cualquier forma de idolatría o falsas promesas de poder. También resalta la naturaleza engañosa de la tentación, que a menudo se presenta como algo deseable o beneficioso. La respuesta de Jesús, que sigue, reafirma el mandamiento de adorar y servir solo a Dios, reforzando la idea de que la devoción espiritual no puede ser comprometida por ganancias terrenales. Esta narrativa anima a los creyentes a permanecer firmes en su fe y a buscar la satisfacción en su relación con Dios en lugar de en posesiones materiales o poder. Es un poderoso recordatorio de la fuerza que se encuentra en la integridad espiritual y de la autoridad suprema de Dios sobre toda la creación.
Si tú, postrándote, me adorares, todos serán tuyos.
Lucas 4:7
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