Jesús habla sobre la incertidumbre del tiempo del fin, enfatizando que nadie sabe cuándo ocurrirán estos eventos: ni los ángeles, ni siquiera Él mismo, sino solo Dios Padre. Esta afirmación es un poderoso recordatorio para los creyentes de que deben permanecer vigilantes y preparados, viviendo cada día con fe y propósito. Se anima a los cristianos a confiar en la sabiduría y el tiempo de Dios, en lugar de preocuparse por predecir el futuro. Este pasaje también resalta la importancia de la humildad, reconociendo que hay misterios divinos que están más allá de la comprensión humana. Al centrarse en vivir una vida de fe, amor y servicio, los creyentes pueden estar listos para lo que el futuro depare. La enseñanza se enfoca en mantener una relación con Dios y estar espiritualmente preparados, en lugar de angustiarse por lo desconocido. Esta enseñanza invita a los cristianos a confiar en el plan de Dios y a vivir cada día con esperanza y expectativa, sabiendo que Dios tiene el control.
Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
Marcos 13:32
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