En este pasaje, Jesús enfatiza la importancia de estar espiritualmente vigilantes y listos para Su regreso. La metáfora de un propietario esperando el regreso del maestro a una hora desconocida resalta la imprevisibilidad de la vida y la necesidad de estar siempre preparados. Este llamado a mantener la vigilancia no se trata solo de anticipar los tiempos finales, sino también de vivir cada día con intención y conciencia de la presencia de Dios. Al permanecer espiritualmente alertas, podemos responder al llamado de Dios y alinear nuestras acciones con Su voluntad. Esta vigilancia implica oración, reflexión y vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, asegurando que siempre estemos listos para darle la bienvenida en nuestras vidas. Los diferentes momentos mencionados—la tarde, la medianoche, cuando canta el gallo o el amanecer—sirven como recordatorios de que el tiempo de Dios no es el nuestro, y debemos estar preparados en todo momento. Este mensaje anima a los creyentes a cultivar una vida de fidelidad y disposición, confiando en el perfecto tiempo y presencia de Dios.
Velad, pues, porque no sabéis cuándo ha de venir el dueño de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana.
Marcos 13:35
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