En esta afirmación, Jesús se dirige a la crítica de los fariseos hacia sus discípulos por recoger espigas en el sábado. Los fariseos se enfocaban en la estricta adherencia a las leyes del sábado, pero Jesús redirige la conversación hacia el corazón del asunto. Al declararse como el Hijo del Hombre y Señor del sábado, afirma su autoridad divina y desafía las interpretaciones legalistas prevalentes de la ley. El sábado fue concebido como un regalo para el descanso y la renovación, no como una carga. La soberanía de Jesús sobre el sábado significa que tiene la autoridad para definir su verdadero propósito, que es servir a las necesidades de la humanidad y promover el bienestar. Esta enseñanza anima a los creyentes a abrazar una fe que valore la compasión y la misericordia por encima de reglas rígidas, recordándonos que la misión de Jesús es traer vida, libertad y descanso. Subraya la importancia de entender el espíritu de los mandamientos de Dios, que están destinados a enriquecer y elevar, en lugar de restringir.
Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aún del sábado.
Marcos 2:28
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