Jesús designó a doce hombres para ser sus apóstoles, un grupo elegido para aprender de Él y difundir sus enseñanzas. Entre ellos se encontraba Simón, a quien Jesús renombró como Pedro. Este acto de renombrar es significativo; en tiempos bíblicos, un nuevo nombre a menudo simbolizaba un nuevo rol o misión. Pedro, que significa 'roca', anticipa su futuro como líder fundamental en la iglesia cristiana primitiva. Este momento subraya el poder transformador del llamado de Jesús, ya que Él vio más allá del estado actual de Simón hacia su potencial como líder.
La selección de los doce apóstoles ilustra la importancia de la comunidad y el liderazgo en la fe cristiana. Jesús eligió a individuos de diversos orígenes, mostrando que su mensaje es para todos, sin importar su pasado. También enfatiza que Jesús valora el crecimiento personal y la transformación, ya que equipa a sus seguidores para cumplir con su propósito divino. Este pasaje anima a los creyentes a abrazar sus roles únicos en sus comunidades de fe, confiando en que Jesús puede transformar y empoderarles para su obra.