Durante la Transfiguración, el hecho de que los vestidos de Jesús se tornaran resplandecientes simboliza su gloria y pureza divina. Este milagroso evento ocurre mientras Jesús se transfigura ante Pedro, Santiago y Juan, revelando su naturaleza divina. La blancura de sus vestiduras se describe como algo que va más allá de lo que cualquier medio terrenal podría lograr, simbolizando una pureza y santidad que son celestiales. Este momento es una profunda revelación para los discípulos, afirmando la identidad de Jesús como Hijo de Dios y el Mesías. Sirve como una poderosa confirmación de su autoridad y misión divina, ofreciendo un vistazo de la gloria que espera en su reino celestial.
La Transfiguración es un momento clave en los Evangelios, ya que conecta el ministerio terrenal de Jesús con su origen divino y futura gloria. Para los creyentes, es un recordatorio de la esperanza y la seguridad que se encuentran en Jesús, quien actúa como puente entre el cielo y la tierra. Este evento anima a los cristianos a confiar en el plan divino y a ver más allá de los desafíos inmediatos de la vida, esperando la promesa eterna de vida con Dios. La deslumbrante blancura de los vestidos simboliza no solo la pureza de Jesús, sino también el poder transformador de la presencia de Dios en el mundo.