En este pasaje, Jesús se dirige a aquellos que dudan y cuestionan la fuente de Su poder para expulsar demonios. Al atribuir Sus acciones al Espíritu de Dios, hace una declaración profunda sobre la naturaleza de Su misión y la presencia del reino de Dios. La expulsión de demonios no es solo un acto milagroso, sino una demostración de que el reino de Dios está rompiendo activamente en el mundo. Esto significa un cambio del viejo orden a una nueva realidad donde el poder de Dios se manifiesta visiblemente. Jesús desafía a Su audiencia a reconocer que el reino de Dios no es un evento futuro distante, sino una realidad presente que se manifiesta a través de Su ministerio. Este pasaje anima a los creyentes a ser conscientes de la presencia activa de Dios en sus vidas y a abrazar el poder transformador del Espíritu Santo. También sirve como un recordatorio de que el reino de Dios se caracteriza por la liberación, la sanación y la derrota del mal, invitando a todos a participar en este movimiento divino.
Pero si yo echo fuera los demonios por el Espíritu de Dios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
Mateo 12:28
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