Jesús nos invita a dejar de lado nuestros deseos egoístas y a aceptar los desafíos que conlleva seguirlo. Este camino no siempre es fácil, pero nos ofrece una vida llena de propósito y amor auténtico. Al tomar nuestra cruz, compartimos su sufrimiento y encontramos redención y paz. Este acto de negación personal no es un signo de debilidad, sino de fortaleza y compromiso con una vida más elevada. Nos llama a vivir con humildad y a poner el bienestar de los demás antes que el nuestro, siguiendo el ejemplo de Jesús. En esta entrega, encontramos una alegría y una paz que el mundo no puede ofrecer.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.»
Mateo 16:24
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