Este versículo pertenece a la Parábola del Siervo Incompasivo, donde Jesús enseña sobre el perdón. La historia comienza con un siervo que debe una enorme deuda a su amo. Por compasión, el amo le perdona toda la deuda. Sin embargo, el siervo se encuentra luego con otro siervo que le debe una cantidad mucho menor y se niega a mostrar la misma misericordia, exigiendo el pago y encarcelando al otro siervo. Cuando el amo se entera de esto, se enoja por la falta de compasión del siervo y revoca su decisión, entregándolo para que sea castigado hasta que pueda pagar la deuda.
Esta parábola resalta la importancia del perdón en la fe cristiana. Subraya que así como Dios nos perdona nuestros pecados, nosotros estamos llamados a perdonar a los demás. Las consecuencias que enfrenta el siervo que no perdona sirven como advertencia sobre las consecuencias espirituales de aferrarse a rencores y negarse a extender misericordia. El perdón no se presenta solo como un deber, sino como un camino hacia la libertad y la paz, liberando tanto al que perdona como al perdonado de las cadenas del resentimiento y la amargura.