La sorpresa de los discípulos proviene de la enseñanza de Jesús que dice que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios. Esta enseñanza desafía la creencia común de que la riqueza era un signo del favor y la bendición de Dios. Los discípulos, reflejando las normas culturales de su tiempo, estaban perplejos y preocupados por las implicaciones para la salvación. Su pregunta, "¿Quién, pues, podrá ser salvo?", revela su ansiedad sobre los estándares para entrar en el reino de Dios. Este momento sirve como un recordatorio de que los esfuerzos humanos y la riqueza material son insuficientes para la salvación. Señala la necesidad de la gracia de Dios y el poder transformador de la fe. La posterior reafirmación de Jesús de que con Dios todas las cosas son posibles ofrece esperanza y consuelo, enfatizando que la salvación es un regalo de Dios, no algo que se gana por méritos humanos. Esta enseñanza anima a los creyentes a confiar en la capacidad de Dios para salvar y a depender de Su gracia en lugar de sus propios esfuerzos o posesiones.
Y los discípulos, oyendo esto, se maravillaron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
Mateo 19:25
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