Al prepararse para entrar en Jerusalén, Jesús instruye a sus discípulos para que traigan un asno y un pollino, cumpliendo así la profecía de Zacarías que anunciaba que el Mesías vendría montado en un asno. Esta elección de animal es significativa; simboliza paz y humildad, en contraste con los caballos de guerra de los reyes terrenales. Los discípulos colocan sus mantos sobre los animales, creando una silla improvisada, lo que es un gesto de honor y respeto. Este acto significa su reconocimiento de la autoridad de Jesús y su disposición a servirle. La escena prepara el terreno para lo que se conoce como la Entrada Triunfal, donde Jesús es recibido por multitudes que extienden ramas de palma y aclaman alabanzas. Este evento marca el comienzo de la Semana de Pasión, que conduce a su crucifixión y resurrección. Resalta la naturaleza del reinado de Jesús, que no se trata de poder político o fuerza militar, sino de traer paz y salvación a todos los que creen. La imagen de Jesús montando un asno invita a reflexionar sobre los valores de humildad, paz y el cumplimiento de las promesas de Dios.
Y trajeron el asno y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima.
Mateo 21:7
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